Mazantin el torero…

Al menos los cubanos, cuando queremos expresar algo de difícil conclusión, decimos: “…ni Mazantín el torero puede hacerlo”.

Por años este personaje ha formado parte del imaginario popular, aunque pocos conocen que Mazzantini existió, y que además dejó su impronta en La Habana.

El matador Luís Mazzantini era de origen vasco y según crónicas de la época, llegó a la Isla en noviembre de 1886. Se dice que se alojó en el Hotel Inglaterra. Se dice que en su honor se celebró una corrida de toros en la plaza de Infanta y Carlos III.

Hombre culto, elegante y de una personalidad encantadora, Mazzantini era la antítesis del torero en lo referente a modales. Frecuentaba las tertulias de la alta sociedad habanera, donde era tratado con gran deferencia, impresionando a todos con su vasto saber. Podía ser tan gentil en los salones como letal en el ruedo. También se hizo notable por su generosidad con las organizaciones caritativas, a las que muchas veces cedió su porcentaje de ganancia de las corridas.

El nombre de Mazzantini apareció en las cajas de puros, en los comercios y hasta en el Teatro Tacón, como parte de la obra Echar la navecon cuya recaudación ayudó a financiar el Colegio para Niñas Desamparadas de Jesús del Monte.  

Durante su estancia en Cuba, el torero ofreció dieciséis matanzas, todas aclamadas por el público.

Por un tiempo, Luis Mazzantini llegó a ser la primera figura de las corridas en España. En 1905, abatido por la muerte de su esposa, cambió la lid taurina por la política. Su inteligencia, carácter y dotes de orador facilitaron su desempeño como Gobernador Civil de Guadalajara y Ávila, y concejal del Ayuntamiento de Madrid.

Mazzantini murió en abril de 1926, a la edad de 69 años. 

GLOSARIO POPULAR CUBANO

 


En ningún caso debe tomarse como una propuesta al lector o al consultante acerca de un estudio sociolíngüístico del vocabulario oido (no hay esferas de interpretación léxica), sino como una manera de extraer mayor provecho de la comunicación, que hoy está íntimamente unida al pueblo cubano desde la tradición o desde la inventiva popular, en una viva variedad diferenciadora de la lengua castellana.


- aguaje: fanfarronería, ostentación, jactancia. Recogido en el D.R.A.E. como "afirmación falsa que se dice para impresionar". 
- ambia: amigo, compañero, persona de confianza en general.
bala: el cigarrillo.
barco: así se llama al individuo de quien no se espera nada serio, al inconstante para un desempeño; no confiable.
brete: confusión, enredo, alboroto, a veces ocasionado por la presencia de chismes.
coba: especialmente entre los jóvenes, la ropa.
curralar: trabajar. Se afirma que proviene del caló. Viene de la voz coloquial (aceptada por la RA.E.) "currar", trabajar

El desafiante Matías Pérez entra en la historia y se convierte en mito. ¡Voló como Matías Pérez!

 

Matías Pérez era un piloto y brújula portugués, que luego se convirtió en toldero. El “rey de los toldos”, como se le reconoció, fue el mejor de La Habana, pues en las calles Mercaderes, Obispo y Muralla, las tres principales de su época, relumbraban sus toldos.

Gracias a la huella que dejó en la memoria colectiva de los habitantes de la Isla y lo extraño de su desaparición quedó su destino recordado en el refranero popular como aprendizaje constante de los peligros que acarrea la intrepidez humana y para designar aquello que desaparece sin dejar rastro. “Voló como Matías Pérez”, frase arrullada desde el siglo XIX, intensamente cubana pero protagonizada por un foráneo (portugués), se arraigó en nuestra lengua como un ejemplo más del ingenio de un pueblo que, para esa época, estaba en la búsqueda y conformación de su identidad nacional.

La Habana de esos tiempos experimentaba celebrar importantes acontecimientos o fiestas lanzando un globo sin pasajeros desde alguna renombrada casa de familia ilustre y pudiente de la sociedad. Sin embargo, en 1828, en el segundo día de las fiestas con motivo de la inauguración de El Templete, el intrépido francés Eugenio Robertson se elevó en un globo, sobre la Plaza de Toros por 25 minutos, saludando tranquilamente al público y sacudiendo un pañuelo de colores.

De esta manera, se demostraba el espíritu desafiante y científico, pero a la vez, romántico y soñador de la época. La moda de estos espectáculos cobró fuerza, desatándose una verdadera fiebre por estos aparatos voladores. En algunas de ellas se presenciaron accidentes desagradables como el ocurrido al señor Mr. J. Johnson, quien ascendió en un globo, desde el circo de Pubillones, instalado detrás del Payret, apenas se elevó el aeróstato, se enredó en el alumbrado y cayó desde doce o catorce metros de altura, estrellándose contra los adoquines de la calle en presencia de parte de su familia.

A pesar de los terribles accidentes, Matías Pérez se entusiasma por los adelantos de la aeronáutica y pide al francés Godard, maestro teórico y práctico en esas lides, que le admitiese como auxiliar en sus ascensiones. Matías Pérez llega a desarrollar tal maestría, tino y seguridad en esos asuntos, que desde el primer día queda adscrito a la tripulación de La ville de Paris.

Ya tenía vasta experiencia en las ascensiones cuando anunció una por cuenta propia. Para ello le compró a Godard La ville de Paris por el precio de mil doscientos cincuenta pesos fuertes. Los espectadores presenciaron la primera subida del portugués desde el Campo de Marte al cielo de La Habana. Esta subida por poco terminó en desgracia, al quedársele abierto al piloto una válvula de inflación que hacía descender el artefacto demasiado rápido.

La segunda y definitiva salida del toldero Matías no fue menos célebre e infortunada. Aproximadamente en junio de 1856 (la fecha exacta aún se discute), con salida desde el mismo lugar, Campo de Marte, a las 4 de la tarde, se elevó, esta vez con el viento soplando muy fuerte desde el sudeste en gran vendaval y cielo encapotado, dirigiéndose peligrosamente hacia el mar. Pasó por la Chorrera, en donde unos pescadores le gritaron que bajase, para luego auxiliarlo con sus botes a lo que el portugués les contestó arrojando varios saquillos de arena e internándose rápidamente en el mar, pues al parecer no los vio, ni oyó. Fue ese el último avistamiento del aeronauta de quien no se supo nada más. A pesar de infructuosas búsquedas realizadas por las autoridades no se halló ni rastro de su aerostato. Así Matías Pérez desapareció para siempre de forma trágica y sin dejar huella.

Tras su salida inesperada, comenzaron los rumores por la inquietante ciudad. Se dijo que el hombre pudo ser fulminado por un rayo, tragado por los tiburones, despedazado entre feroces indios de cualquier isla del Caribe, erigido cacique de alguna tribu en Yucatán e incluso se habló hasta de un posible suicidio por amor, pues el supuesto despechado no querría volver a encontrarse con su amada después de sentirse rechazado. Lo cierto es que nunca más se supo del desdichado portugués quien fue sin dudas una de las primeras víctimas de la aeronáutica en Cuba.

Matías Pérez quedó como parte indisoluble de la idiosincrasia del cubano y de su identidad cuando el misterio de su final se transformó en “choteo” y su trágica desaparición quedó en nuestra memoria colectiva mal parada a pesar de ser uno de los pioneros de la aviación cubana, pues vino a simbolizar la brevedad de nuestros entusiasmos, junto con la presteza con lo que enfrentamos cualquier tipo de empresas incluso las más difíciles y arriesgadas. Fue un soñador necesitado de los fuertes placeres del peligro, que tal vez encontró una horrible muerte en pleno mar, náufrago y solitario.

De esta manera se perpetuó en la historia del habla popular y voló como Matías Pérez…

La curiosa y desconocida historia de la frase cubana: «Eres como la gatica de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano.

 

Como parte de nuestra cultura, los cubanos hemos incorporado al castellano disímiles aportes, unos en forma de palabras y otros formando frases los cuales se han dado en llamar “cubanismos”. El tema de hoy es otro de ellos.

“La gatica de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano” es considerado como sinónimo para nombrar a personas hipócritas, y muy manejado para distinguir a personas que tratan de ocultar sus verdaderas intenciones bajo las apariencias.

El origen de esta frase se encuentra en el barrio de Jesús María, en Centro Habana, donde vivía una mujer de mucha fama por su belleza que ejercía el oficio más antiguo.

Según se cuenta esta señora tenía un proxeneta de nombre Virgilio y cierto día amaneció muerto en la cocina de su casa. La causa de la muerte fue una herida en la frente, y fue descubierto por María tendido en el suelo. Curiosamente al lado del muerto se encontró la piedra de machacar que utilizaba María para sus preparaciones culinarias, toda llena de sangre.

María fue llevada a juicio ante un juez, y ante sus reclamos se declararía a sí misma inocente de ejecutar dicho crimen, alegando como pretexto que se encontraba trabajando. Dijo al señor Juez que la única presente en la casa era su gatica “Mimí”, que le preguntaran a ella, provocando en todos los presentes diversas carcajadas.

Al día siguiente del juicio, El Diario de la Marina, publicaba una reseña donde se podía observar una caricatura de la gatica “Mimí” en una posición amenazante, y bajos sus patas delanteras una enorme piedra de río. Al pie de la foto escribía: “La gatica de María Ramos dio la fatal pedrada… pero ¿con qué manos?

El caso de la gatica “Mimí”, ha trascendido hasta nuestros días en el imaginario popular cubano, debido a la historia de su dueña María Ramos y al chisme popular que fueron los causantes de hacerla conocida y que se volviera inmortal.

En el caso de su dueña, la prostituta María Ramos, cuentan que cumplió muchos años de privación de libertad al ser declarada culpable, pues nadie creyó nunca el cuento de que la gatica había matado a Virgilio.

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